El conjunto txuri-urdin encadena su tercera derrota consecutiva tras caer ante el Girona en Anoeta y ve cómo la zona roja le respira en la nuca. Estos resultados se han llevado por delante a Sergio Francisco, después de sumar solo 16 puntos, y viajan la próxima semana al campo del colista en una «final» anticipada que puede marcar el devenir de la temporada. Jon Ansotegi toma las riendas a modo interino hasta la contratación del nuevo míster.
Fran González / LaQuiniela.es
Hace apenas un mes, la Real Sociedad parecía haber encontrado la brújula. Se hablaba de mirar hacia arriba, de recuperar el terreno perdido y de pelear por esas plazas europeas que por historia reciente le corresponden. Hoy, la realidad es un bofetón de agua helada en pleno diciembre. Lo que parecía un renacer se ha transformado en una película de terror de la que el equipo no logra despertar.
La derrota de este pasado viernes en Anoeta ante el Girona no es un tropiezo más; es la confirmación de una crisis galopante. El equipo donostiarra se ha convertido, por méritos propios, en uno de los conjuntos en peor forma de todo el campeonato. Tres jornadas consecutivas mordiendo el polvo han desnudado las carencias de una plantilla que juega con los nervios a flor de piel y que ha olvidado la contundencia en las áreas y que se ha llevado por delante al míster.
Un viernes negro en San Sebastián
El duelo ante el Girona estaba marcado en rojo como el punto de inflexión, pero acabó siendo la sentencia de la tranquilidad. Los catalanes, que llegaban a San Sebastián con el agua al cuello, se llevaron un botín de tres puntos de oro que comprime la zona baja hasta la asfixia. La tabla no miente y asusta: la Real se queda anclada en los 16 puntos, viendo por el retrovisor cómo el propio Girona, que marca el descenso, se sitúa ya con 15 unidades. Un solo punto separa ahora mismo a los donostiarras del infierno.
La imagen del equipo fue preocupante. Sin ideas frescas, previsible en la construcción y frágil atrás, la Real fue un juguete roto en manos de un rival directo que supo jugar con la ansiedad local. La grada de Anoeta, habitualmente un fortín, despidió a los suyos con el runrún inequívoco del miedo.
Levante: Una final a vida o muerte en el Ciutat
Sin tiempo para lamerse las heridas, el calendario ofrece a la Real Sociedad una oportunidad que tiene forma de arma de doble filo. La próxima jornada, los de Sergio Francisco visitan al Levante, actual colista de la categoría.
Sobre el papel, podría parecer el escenario ideal para reaccionar, pero la dinámica txuri-urdin convierte este desplazamiento en una trampa mortal. Es el partido destacado del boleto de La Quiniela y no es para menos: hay mucho más que tres puntos en juego.
Perder —o incluso no ganar— ante el último clasificado no solo sería un golpe moral devastador, sino que podría meter matemáticamente a la Real en puestos de descenso si los resultados de terceros acompañan. La situación se puede poner «muy fea» si no hay una reacción inmediata de orgullo y fútbol.
El equipo tiene una semana por delante para levantar el ánimo y cambiar de rumbo. En Valencia no valdrán las excusas ni el «casi». O se gana al colista, o la Real Sociedad tendrá que asumir que su pelea este año no es por viajar por Europa, sino por sobrevivir en Primera.