La victoria en Anoeta confirma la resurrección de los catalanes, que suman en cuatro de sus últimas cinco jornadas. Pese a seguir en puestos rojos, los de Montilivi meten el miedo en el cuerpo a un pelotón de equipos —Real, Osasuna, Valencia y Mallorca— que ya sienten el vértigo del abismo.
Fran González /LaQuiniela.es
Hay maneras y maneras de estar en descenso. Se puede estar hundido o se puede estar como el Girona FC: vivo, combativo y con una inercia ganadora que tiene a media Liga mirando el retrovisor con pánico. El triunfo de este pasado viernes en San Sebastián no fue una anécdota, sino la confirmación de que el equipo de Míchel ha encontrado la fórmula para competir justo cuando más quemaba el balón.
Con los tres puntos cosechados ante la Real Sociedad, el Girona alcanza los 15 puntos, y aunque la tabla diga que siguen en la zona de castigo, las sensaciones dicen que son ahora mismo el rival más incómodo de la parte baja.
De víctima a amenaza real: El «lío» está servido
Lo que hace unas semanas parecía una lucha de dos o tres descolgados, se ha convertido en una batalla campal gracias al empuje gerundense. La matemática es cruel y sencilla: el Girona ha comprimido la clasificación de tal manera que un solo tropiezo puede ser fatal para quienes se creían a salvo.
Equipos con solera como Valencia, Osasuna, Mallorca y la propia Real Sociedad (con 16 puntos, solo uno más que los catalanes) están ahora mismo en el alambre. La amenaza es real: si el Girona gana su próximo compromiso y los resultados acompañan, podríamos ver un vuelco dramático en la clasificación, con alguno de estos «históricos» cayendo al pozo del descenso la próxima jornada. Míchel ha logrado lo más difícil: trasladar la presión y los nervios al tejado de sus rivales.
La racha que invita al optimismo: 8 de 15
Los números avalan el cambio de cara del equipo. Lejos de la fragilidad de inicio de curso, el Girona ha sumado en cuatro de sus últimos cinco partidos. El balance es de equipo que aspira a la permanencia holgada: 2 victorias, 2 empates y una sola derrota en el último mes y medio.
Este Girona ya no se rompe. Míchel ha ajustado las piezas, el equipo compite en cualquier escenario —como demostró asaltando un feudo europeo como Anoeta— y ha recuperado la fe. Mientras sus rivales directos encadenan dudas y derrotas (como las tres seguidas de la Real), los de Montilivi llegan al tramo decisivo de la primera vuelta con la flecha para arriba.
La próxima jornada puede ser el momento del sorpasso. El Girona ya no mira la salvación como un milagro, sino como la consecuencia lógica de un fútbol que, por fin, está dando sus frutos. Los de Míchel reciben a un Atlético que no es el mismo cuando juega fuera del Metropolitano, en uno de los partidazos del boleto de La Quiniela.