El Atlético de Madrid ha puesto el broche a una temporada para olvidar con una derrota dolorosa en el Estadio de Gran Canaria ante Las Palmas (1-0), un resultado que deja a los rojiblancos sin opciones reales de pelear por LaLiga y que resume a la perfección el declive del equipo en este tramo final de curso.

Un desenlace que lo dice todo

El partido ante Las Palmas fue un reflejo de los males del Atleti: falta de ideas, poca contundencia arriba y, para colmo, una desatención defensiva impropia de un equipo de Simeone. Tras un primer tiempo sin apenas ocasiones, los colchoneros intentaron reaccionar en la segunda mitad con la entrada de Griezmann y De Paul, pero el guion no cambió. Las emociones se reservaron para el tiempo añadido, donde una jugada caótica en la zaga permitió que Javi Muñoz, tras un error de Giménez, batiera a Oblak en el minuto 94 y desatara la locura en la grada canaria.

El VAR tuvo que validar el tanto, pero ni eso sirvió de consuelo para un Atlético que, como resumió Gonzalo Miró en Tiempo de Juego, firmó un partido “deplorable, infame, infumable, aburridísimo, desesperante”. La derrota, además, permite a Las Palmas soñar con la salvación y deja a los rojiblancos a nueve puntos del Barcelona, despidiéndose de cualquier esperanza liguera.

Inversión millonaria, resultados nulos

El golpe es aún más duro si se mira el contexto económico y deportivo. El Atlético realizó la mayor inversión en fichajes de su historia reciente, gastando 185 millones de euros en refuerzos como Julián Álvarez, Gallagher, Le Normand y Sørloth, además de varias cesiones de renombre. La afición esperaba un salto de calidad y pelear por todos los títulos, pero la realidad ha sido muy distinta: eliminaciones tempranas en las competiciones coperas, sin opciones en LaLiga y un déficit de 92 millones en el balance de fichajes.

Malestar y dudas en el proyecto

La falta de títulos y el juego gris han reabierto el debate sobre la gestión deportiva y la política de fichajes. Muchos cuestionan la ausencia de un estilo definido y la dependencia de individualidades, mientras otros defienden la capacidad de Simeone para competir con menos recursos que los grandes rivales. Lo cierto es que la temporada deja muchas dudas y la sensación de que el equipo ha perdido su identidad competitiva.

¿Y ahora qué?

El Atlético encara un verano de reflexión profunda. La exigencia de la inversión realizada y el malestar de la grada obligan a tomar decisiones importantes para el futuro. La afición espera que el club recupere su esencia y vuelva a pelear por los títulos que exige su historia. Lo que está claro es que no se puede permitir otra temporada en blanco ni otro final tan decepcionante como el vivido en Gran Canaria.

En resumen, el Atlético cierra el curso con un sabor amargo, mucho por mejorar y la obligación de reinventarse si quiere evitar que este año para el olvido se repita en el futuro.