El Sevilla FC ha vuelto a tropezar con su propia irregularidad. Después de firmar una exhibición ante el FC Barcelona (4-1) que hizo soñar a Nervión con una reacción definitiva, el equipo de Matías Almeyda ha vuelto a caer en picado. Dos derrotas consecutivas —primero ante el Mallorca (1-3) y luego este sábado frente a la Real Sociedad— han devuelto las dudas y frenado en seco su intento de resurgir.

De la euforia a la desconfianza

El contraste no puede ser mayor. El Sevilla había mostrado su mejor versión frente al Barça: intensidad, presión alta y fútbol vertical, una receta que parecía marcar el camino. Sin embargo, los tropiezos ante Mallorca y Real Sociedad reflejan la falta de continuidad de un equipo que sigue sin encontrar equilibrio. En Donostia, los hispalenses ofrecieron una imagen preocupante: imprecisos, sin chispa y con una defensa que volvió a cometer errores de desconcentración colectiva.

El propio Almeyda lo reconoció tras el encuentro: “Nos cuesta mantener la misma intensidad semana a semana. Tenemos que volver a jugar con alma”.

Con 13 puntos en diez jornadas, el Sevilla se aleja de los puestos europeos y vuelve a instalarse en la zona media de la tabla. El equipo, que parecía haber recuperado estabilidad, se estanca de nuevo en un ciclo donde el entusiasmo dura lo que un resultado favorable.

Una losa histórica en el próximo reto

El calendario no da tregua. Esta jornada el Sevilla visitará el Cívitas Metropolitano para medirse al Atlético de Madrid en uno de los partidos destacados del boleto de La Quiniela. Las estadísticas no invitan al optimismo: el conjunto de Nervión encadena tres derrotas consecutivas ante los colchoneros a domicilio y no gana en el feudo rojiblanco desde la temporada 2008/09, cuando todavía se jugaba en el Vicente Calderón. Desde entonces, solo unos pocos empates en 17 partidos disputados y una sensación de inferioridad cada vez que pisa terreno madrileño.

Aun así, el vestuario sevillista prepara el duelo con ánimo de reivindicación. Almeyda ha insistido en la necesidad de “cambiar la dinámica cuanto antes” y poner fin a las desconexiones que ya han costado demasiados puntos.

Un Sevilla atrapado en su propia montaña rusa

El conjunto hispalense es hoy el reflejo de un equipo que no termina de reconocerse. Capaz de lo mejor y lo peor en cuestión de días, el Sevilla necesita reencontrarse con la identidad que hace apenas dos años le permitió brillar en Europa. La afición, fiel y exigente, comienza a inquietarse ante una tendencia que amenaza con convertir esta temporada en una batalla de supervivencia más que de ambición.

La visita al Metropolitano aparece, por tanto, como un punto de inflexión. Sumando o ganando allí, el Sevilla podría iniciar la reacción que tanto necesita. Perder, en cambio, prolongaría una preocupación que poco a poco comienza a hacerse estructural.