El conjunto azulgrana suda tinta para tumbar el muro de Osasuna (2-0) y se acuesta con siete puntos de ventaja sobre el Real Madrid. El doblete del brasileño en el tramo final premia la insistencia de un líder que sabe sufrir cuando no puede brillar.
Fran González / LaQuiniela.es
En este tramo decisivo de la temporada, hay victorias que valen su peso en oro no por la estética, sino por el mensaje que envían. El FC Barcelona ofreció este sábado ante Osasuna una lección de supervivencia y oficio, de esas que suelen definir a los campeones de largo recorrido. Lejos de la exhibición coral de otros días, el equipo de Hansi Flick tuvo que remangarse, bajar al barro y trabajar el partido hasta la extenuación para derribar a un rival rojillo que vendió muy cara su piel en el Spotify Camp Nou.
Un muro rojillo y la ansiedad del líder
El guion del partido fue un ejercicio de paciencia. Desde el pitido inicial, Osasuna planteó un partido incomodísimo, con una línea defensiva ordenada que asfixió la circulación interior de Pedri y Frenkie de Jong. El Barça tenía el balón, pero no la claridad. La ansiedad empezó a sobrevolar la grada cuando el VAR anuló un tanto de Ferran Torres en la primera mitad por un fuera de juego previo milimétrico, un aviso de que la tarde requeriría más transpiración que inspiración.
Osasuna no fue un mero espectador. Los de Pamplona, fieles a su identidad competitiva, tuvieron sus opciones para helar el estadio. Ante Budimir, siempre un dolor de muelas para los centrales, dispuso de un par de acercamientos que obligaron a la zaga culé a no perder la concentración ni un segundo. Fue un partido de «trabajo y sufrimiento», donde el fútbol fluido brilló por su ausencia y el reloj corría peligrosamente en contra de los intereses locales.
El ‘Factor Raphinha’: Sentencia en 15 minutos
Cuando el partido entraba en esa zona pantanosa del minuto 70, donde las piernas pesan y las ideas se nublan, apareció el de siempre esta temporada y la pasada: Raphinha. El brasileño, que ha asumido los galones de líder espiritual y futbolístico de este equipo, rompió la baraja cuando más atascado estaba el duelo.
Aprovechando una filtración de Pedri, Raphinha conectó un zurdazo ajustado al palo largo que hizo inútil la estirada de Sergio Herrera. El 1-0 fue un bálsamo, un suspiro de alivio que liberó al equipo de la tensión acumulada. Pero el partido no estaba cerrado; Osasuna, valiente, dio un paso adelante buscando el empate, dejando esos espacios que el Barça de Flick castiga con crueldad.
La sentencia llegó en el 86′, de nuevo con el brasileño como protagonista. En una contra letal, Raphinha cazó un balón suelto para firmar su doblete y cerrar un partido que por momentos pareció una trampa mortal.
Un liderato de hormigón
Este 2-0 no pasará a la historia por el juego desplegado, pero sí puede ser recordado como uno de los triunfos clave en la carrera por el título. Con esta victoria, el Barcelona mete mucha más presión al Real Madrid, que sabe que cualquier tropiezo puede incrementar en mucho la distancia con lo más alto de la tabla.
El Barça de Flick demuestra que domina los dos registros necesarios para ganar LaLiga: goleadas para el espectáculo y victorias de oficio para la clasificación. Hoy tocó ponerse el mono de trabajo, y Raphinha se encargó de fichar a la salida con tres puntos más en el bolsillo.
Esta próxima jornada, La Quiniela contará con un boleto integro de Conference League, antes de afrontar una nueva y apasionante jornada de LaLiga el próximo fin de semana.