Alarma roja en la capital del Turia. Los de Corberán reciben a un Mallorca lanzado en un duelo de máxima tensión donde solo vale ganar. Con 15 puntos, los mismos que marcan el descenso, un tropiezo local podría ser fatal si el Girona puntúa. Es el «partidazo» dramático del boleto de La Quiniela.
Fran González /LaQuiniela.es
El fútbol no entiende de historia, solo de presente, y el presente del Valencia CF es de los que quitan el sueño. Este fin de semana, Mestalla dejará de ser un estadio para convertirse en una trinchera. No hay título en juego, pero sí algo mucho más valioso: la supervivencia y la tranquilidad. El conjunto che recibe al RCD Mallorca en una final anticipada, un duelo directo que puede marcar un antes y un después en la temporada de los de Carlos Corberán.
La derrota en el Metropolitano (2-1) ha dejado al Valencia caminando por el precipicio. Con 15 puntos, el margen de error se ha esfumado. Los blanquinegros están empatados con el Girona, equipo que ahora mismo marca la zona de descenso pero que llega con la flecha para arriba tras asaltar Anoeta. La ecuación es terrorífica para el valencianismo: si el Valencia falla y los catalanes suman, el equipo podría terminar la jornada en el pozo de la clasificación.
Un Mallorca que llega oliendo sangre
El problema para el Valencia no es solo su propia ansiedad, sino el rival que tiene enfrente. A Mestalla no llega un invitado amable, sino un RCD Mallorca que ha renacido de sus cenizas. Tras vencer con autoridad al Elche (3-1), los de Jagoba Arrasate han tomado aire (17 puntos) y aterrizan en la capital del Turia con la moral por las nubes.
Para los bermellones, el partido es una oportunidad de oro: ganar en Mestalla significaría relanzarse definitivamente hacia la zona media y, de paso, hundir a un rival directo en la pelea por la salvación. El Mallorca llega «al alza», con sus delanteros enchufados y sin la presión asfixiante que sí sentirán las piernas de los locales.
Mestalla debe ser el salvavidas
A lo único que puede aferrarse el Valencia es a su gente y a su feudo. Pese a la irregularidad, el equipo ha mostrado su cara más sólida en casa, donde la afición, consciente de la gravedad del momento, jugará su partido. Corberán sabe que su crédito y el futuro inmediato del equipo pasan por convertir el estadio en una caldera que intimide al rival y empuje a los suyos.
Es uno de los partidos marcados en rojo en el boleto de La Quiniela. No por el brillo de las estrellas, sino por la tensión competitiva. Es un choque de dinámicas opuestas: la urgencia desesperada del Valencia contra la inercia positiva del Mallorca. Noventa minutos donde el miedo a perder puede pesar tanto como las ganas de ganar.